Buen miércoles,
Espero encontrarte bien.
El tema que nos convoca hoy es particularmente denso, así que voy a ser breve. Nos deparan parrafadas de futurología pura.
Y a tono con ello, el tema de la semana es “Untitled #13“ de glwzbll:
Comencemos.
Contexto
Hace unos días, algunos empleados de Google tomaron una de las oficinas de la empresa y sabotearon sus operaciones, en protesta por los contratos de Google con el Estado israelí.
Por supuesto, estos empleados fueron echados - de la misma forma en la que James Damore fue echado en 2018 por escribir un memo oponiéndose a las políticas pro-diversidad de Google.
Pero al parecer, mientras el despido de Damore fue reprocesado y vendido como un ejemplo de “la wokeness acabando con todo” y la muerte de la libertad de expresión, el despido de estos activistas es una medida justa, que según diversos pundits y el mismo Sundar Pichai (CEO de Alphabet), señala que Google “es un lugar de negocios, no un lugar donde hacer política.” ¡Como si la decisión de proveerle servicios a un Estado en guerra no fuese una decisión política!
Por supuesto, aquí sucede algo más.
La culture war es un proxy
En un gráfico muy elocuente, GapingVoid plantea que las empresas están divididas en tres grupos:
Sociópatas
Clueless (o “gente que no caza una”)
Perdedores
En el manifiesto de Nada Respetable, propusimos subdividir la capa de sociópatas en dos:
Sociópatas (estos nos gustan, hacen que las cosas pasen)
Sociópatas que no cazan una (i.e.: máquinas de impedir)
La mayoría de las compañías tiene una concentración alta de sociópatas que no cazan una. Y a los sociópatas que no cazan una les encanta la culture war. Les encanta luchar contra “el wokeismo”, creyendose vanguardia a costo cero, o incluso con un potencial rédito. Al final del día, la culture war justifica, politiza y le da cierto aire pseudo-intelectual a ser un crybully, decir cosas terriblemente obtusas y ofensivas, y luego victimizarte cuando la gente se ofende.
Todo este asunto que veremos en los próximos meses, de “protestar la corrección política”, deshacer departamentos de Diversidad e Inclusión, etc., etc., es una proxy war entre sociópatas que no cazan una y gente con un gran sentido de la justicia pero una práxis política infantil.
Los activistas que creen que en el boycott, la institucionalización de la justicia, y las medidas que pueden ser trazadas linealmente a su fuente y motivo pertenecen a la capa de gente que no caza una. Creen que jugar según las reglas sirve, que la racionalidad y la honestidad son virtudes, y que el sistema funciona tal y como se supone que debería funcionar a un nivel profundo, que los buenos ganan jugando limpio. Son la UCR, y voy a referirme a ellos en estos términos durante el resto de este artículo.
Hoy se pretende vender que, hasta hace algunas semanas, la UCR tenía un upper hand discursivo total. Por supuesto, este no era el caso. Departamentos de HR “con empatía”, paneles de diversidad y demases eran premios consuelo que fidelizaban potenciales fanáticos. Me autocito:
¿Alguna vez vieron a un twink gerenciar un Starbucks, un McDonalds o un Burger King? Si la respuesta es "no, pido por delivery" y el pedido te llegó en menos de 30 minutos, felicitaciones: Un twink hizo eso.
Dejo una idea que desarrollaré en otra ocasión: Si sos profundamente prejuicioso hacia las mujeres, los putos, los negros, etc., vas a contratar mal. Si siempre que escuchas a una mujer hablar, sentis que estas escuchando a una pelotuda, sea el caso o no, está garantizado que vas a contratar a una pelotuda. Entonces, cuando estés rodeado de “diversity hires” que underperformeen, vas a usar tu deshonestidad como justificación para castigar a gente talentosa.
Corporate Memphis a media asta
En todas las empresas hay disputas de corte político, más en las grandes compañías. Juntas a 4 personas, les ponés un objetivo en común, y es altamente probable que surja alguna lucha de poder. Tácitas o explícitas, justas o injustas, las luchas de poder son omnipresentes, como el viento o los boludos.
En muchos casos, lo que se vende como meritocracia es en realidad tener muñeca política. Cuando la rosca toma lugar en el sector privado, se llama “networking”.
Lo que Google parecería estar polemizando es el proselitismo. Pero el proselitismo es una consecuencia esperable de:
Tener mano de obra hipercalificada.
Hacerles creer que ser buena gente y tener conciencia social es muy importante.
Hacerles creer que el fin último de su laburo es hacer al mundo un mejor lugar.
Cultivar un sentido de identidad entre los empleados.
Incentivar a los empleados a pasar su tiempo libre dentro de la empresa y a crear sub-comunidades bajo tu logo.
Durante muchos años, Google usó el lema “Don’t be Evil”. Y hoy, Google es una fábrica de propaganda sobre cómo Google es una familia y trabajar en Google es construir un futuro mejor.
Este mix lleva a que la gente crea que está en su derecho a protestar contra contratos billonarios. Viviendo en democracia, si tienen derecho; y Google está cosechando lo que sembró. No podés propagandizar tanto a tanta gente clueless sin que te pasen estas cosas.
Fiesta en el Sweatshop de Google
Tenés gente hipercalificada, con un sentido de ética muy fuerte, que se siente parte, y que por lo tanto, te hace cuestionamientos morales. ¿Qué tenés que hacer?
Quizás ese perfil de graduado universitario sensible no sea el empleado ideal de Google, quizás necesite un corpus de empleados más parecido a los nigerianos a los que Meta les tercerizan la moderación de contenido a cambio de monedas. Esa gente no se pregunta cuál es el end game, cuáles son las condiciones de trabajo que merecen, qué dinámicas de poder están en juego, etc. No tienen el privilegio de poder hacerle preguntas a Meta sobre sus condiciones y su lugar en el mundo porque no se perciben con el poder ni el derecho a cambiar nada.
Es muy peligroso, especialmente en tecnología y en otros sectores que se dicen innovadores, tener a gente que no se cree con la capacidad de cambiar nada, ni siquiera su propia vida.
Entonces, necesariamente, las grandes empresas de tecnología no van a tener HQs en San Francisco lleno de gente de bajos recursos, espiritualmente diezmada y precarizada. Entonces, ¿Qué van a hacer?
Fedcore-maxxing
Hoy, las potencias, con sus recovecos de research and development, investigaciones, defensa, etc. etc., hacen laburo a escala, con miles de personas calificadas, que en muchos casos no saben para qué sirve lo que están haciendo.
Alguien que hace R&D para el Estado norteamericano, o para cualquiera de las contratistas que lo orbitan, probablemente no sepa cuál es el fin último de aquello en lo que está trabajando. Y la estructura verticalista en la que está inmerso no admite preguntas.
No hay un gran commitment a ser una familia en el sentido de “nos sentamos todos a la mesa, jugamos al ping pong, y hacemos sprints con presentaciones estilo Memphis Design”. Y si lo hay, en algunas contratistas, esto se debe a que poca gente entiende el fin último de lo que está haciendo.
¿Es esto lo que quiere Google? ¿Es esto lo que van a tener que hacer las FAANGs para lucrar en un mundo belicoso?
Le hicieron creer a mucha gente que laburaban en Google para hacer al mundo un mejor lugar - y les mintieron. Entonces, las grandes empresas de tech ahora tienen a miles de personas que creen que los sprints, y los diseños, y las reviews y los all-hands construyen un legado del que enorgullecerse. Ahora van a necesitar reformatear la cultura para tener algo que se parezca más a un Estado.
Esto amerita un shift discursivo y cultural: Verticalismo y dilema de los generales. Con este shift y con la escala de impacto en cuestión, las grandes compañías de tech no van a poder seguir fingiendo que no son Estados.
La oficina de Google en Puerto Madero tiene la seguridad de una embajada. Y en cualquier evento, va a haber una interrupción en la que un “embajador” te van a mostrar propaganda de Google.
Durante la pandemia de COVID-19, Elon Musk intentó sobreescribir las restricciones a la movilidad establecidas por el Estado de California, para mantener a la fábrica de Tesla operando. Como tech ganó el presente, sus raíces libertarias se manifiestan en un cocktail esquizo de anti-Estatismo y prevendismo. Deseos de autonomía + escala + negocios con Estados = quizás Tesla debería ser un Estado que en lugar de subsidios, tome deuda externa.
Vuelvo a un concepto que desarrollé hace unos párrafos, y que me parece el key takeaway de este artículo. Buena parte de lo compartido hoy va a ser cierto dentro de 10 años, esto es cierto hoy:
El wokeismo es un concepto cultural que sirve como proxy para que los clueless sociopaths tomen decisiones a ciegas. Es un “stand-in” para otra cosa. Discutir con el wokeismo en cuanto “wokeismo” es una estupidez.
Estamos entrando en una etapa bélica, con destrucción de capital y movimiento extraño de capital en función de distintos conflictos que se van a estar dando en Oriente, con repercusiones en Occidente. Guerra total poco probable.
“Lo woke” y “lo anti-woke” son códigos para tomar posiciones y alinearse con ciertos actores e intereses en conflictos reales por recursos que irán a parar a las harcas de algún Estado, convencional o startup. Kudos a los sociópatas.
Nos vemos la próxima semana,
Aaron
El atinado punteo sobre el proselitismo me recordó a las justificaciones de los personajes de Microserfs para vender su alma y fuerza de trabajo:
"¿Cómo justificamos nuestros actos ante el resto de la humanidad? Microsoft no es Bosnia.» Educación religiosa. Todd, no sólo existes como miembro de una familia, una compañía o un país, sino también como miembro de una especie: eres parte de la humanidad. Nuestra especie tiene hoy problemas importantes y estamos intentando soñar el modo de salir de ellos, y utilizamos los ordenadores para ello. Es en la fabricación de hardware y software donde la especie está invirtiendo su propia supervivencia, y su fabricación requiere zonas de paz, niños nacidos en la paz, así como la ausencia de distracciones que interfieran en la programación."
Sería bello de observar la competencia entre los estados nacionales y los estados globales. Primer externalidad positiva: fortalecería la democracia de los nacionales, enhorabuena.