Advertencia: Si tenés el ritual familiar de leer Nada Respetable con tus pibes a la hora de la merienda (hábito cuestionable), te recomiendo que te saltes esta edición. Voy a cubrir temas vinculados con la sexualidad, la pornografía, e internet como plataforma para la propagación de consumos y fetiches autolesivos. Decile a Bauti que vuelva la semana que viene, que vamos a cubrir asuntos más amenos.
¿Qué tal?
Espero que estés teniendo un gran día.
Se viene una para el recuerdo, así que voy a limitar mi introducción a una recomendación musical.
Hoy estoy escuchando “Social Cues“ de Cage the Elephant:
Sexo, sexo, sexo
Tengo menos de 30 años (falla de carácter) y he leído lo suficiente como para saber que, cuando uno habla de fuerzas perennes, es muy difícil no quedar como un boludo que cree que el mundo nació ayer.
La única forma de prevenir este berretín de presentar cualquier cosa como una novedad es limitarse a describir fenómenos, caracterizándolos con sobriedad y profundidad. Voy a apuntar a eso.
Algo es innegable: Los pibes están más alienados que nunca. La persona promedio hoy está expuesta a una catarata virtualmente infinita de contenido fragmentario de bajo valor. Mucho ruido y poca señal. Y la peor parte es que esa catarata de pésima información cada vez comienza más temprano.
Estamos en una época de confusión y frustración sexual. Y - a pesar de lo que un par de vivos quieran hacer creer, no tiene nada que ver con la creciente aceptación e institucionalizazción de la homosexualidad o la transexualidad. Debo aclarar esto antes de continuar, ya que no quiero que se me condene por cosas que no siento ni digo.
Quienes estamos bajo el paraguas de “las diversidades” somos, en el mejor de los casos, víctimas de horrores discursivos que nos exceden. Los homosexuales más influyentes hoy se dedican a desarrollar tecnología militar o a intentar levantar 3 trillones de dólares para desarrollar microchips. Como plantea cierto teórico neofascista, ser trolo solía acarrear la pertenencia a una sociedad secreta localizada entre dos mundos. Hoy es solamente un accidente genético-hormonal.
Si todos somos trolos (incluso los heterosexuales), nadie es trolo, y la cultura gay se degrada. Pero, como fuese - estas son quejas de viejo puto, y ya les confesé que soy muy joven.
Lo que realmente me preocupa no es lo que está sucediendo con la cultura gay, si no la pornificación de la cultura de masas. Esto puede ser considerado como:
Una contrarreacción a la represión sexual/sexualidad “responsable” planteada por el feminismo de mediados de los 2000
La respuesta amarillista a una saturación del erotismo
La confesión de una derrota cultural del mainstream ante la pornografía online
El mainstreaming del incelismo
En un contexto más propicio, en el que la gente no se tuviese tanto miedo, esto sería una revolución sexual II. En su lugar, tenemos a pibes que pasan su tiempo apostando en casinos virtuales y pagando para ver fotografías de unos glúteos.
All my homies respect women
El feminismo más reciente tuvo como uno de sus pilares una versión lavada de la problematización de la sexualidad masculina como inherentemente violenta. La idea de que todo sexo penetrativo es violación, esposada por el feminismo radical desde hace décadas no tuvo su mainstreaming. Pero todo el engranaje discursivo que desemboca en esa idea sí tomó un lugar preponderante en el discurso. Robamos los preceptos, pero no las conclusiones.
Celebro cómo el feminismo reciente visibilizó algunas problemáticas - pero su implementación fue la retracción de espectáculos y espacios que celebraban el cuerpo femenino en cuanto objeto de deseo.
A nivel local, el feminismo aniquiló el ya degradado teatro de revista. Y el concurso Cola Reef se volvió políticamente inviable. Esta sobrecorrección puso a un hombre sexualmente normal en la misma categoría que acosadores físicos o piropeadores callejeros, planteando un continuum. Los videojuegos hacen violentos a los niños y ver un culo sobre un escenario es la antesala a manosear a una mujer en el transporte público.
No voy a ahondar en otros efectos (positivos y negativos) que tuvo el movimiento, porque:
Soy un hombre de tecnología
No quiero meterme en un berenjenal al pedo
La conclusión importante sobre este asunto es que el puritanismo derechista de toda la vida fue complementado por un puritanismo bienpensante cuyas acusaciones fueron mucho más pesadas y socialmente poderosas que las de los viejos censores. “Es un pecado masturbarse” hoy no tiene el peso de “Masturbarse implica una agresión hacia tu objeto de deseo, ya que estás derivando placer sexual de la imagen de alguien sin su consentimiento.” Es una moralización mucho mejor construída y que incluso puede ser articulada jurídicamente. A mi parecer, toda esta época fue espantosa. Todos los días veía a buena gente cometiendo errores garrafales en nombre de su propia bondad. Un horror, así debe sentirse Dios.
Needless to say, esta moralización castró a buenas personas. Si eras un reo, que Mili de Palermo postee 10 historias en Instagram explicando algún tema del día no te movía un pelo. Si te preocupaba ser emocionalmente responsable, ibas a darle un momento de tu día a analizar e incorporar los designios de Mili.
Media teta, Carla
Podría decirse que esta visión de la sexualidad masculina como la antesala al crimen fue debilitada en los últimos años. Pero uno no puede asumir que switches culturales significan un vaciamiento total de preconceptos y que todo el mundo llega a las nuevas tendencias sin bagajes.
Años después, en un revés cultural, vemos una erotización del turro que piropea, cuya banda sonora cuenta historias de bandidos y butaqueras. No quiero Moonman-izarme, pero por supuesto el pibe que estaba siguiendo el playbook neo-feminista de corazón se quedó pedaleando en el aire. Un pibe que creció temiendo hablarle a las mujeres, o sintiendo culpa sobre su propia sexualidad no va a convertirse en un malevo turro que resuelve sólo porque la cultura pop se lo indique.
Hoy, el empoderamiento femenino está ascendrado en la sexualidad. Verdades milenarias se aggiornan a un contexto de precaridad cultural y material, manifestándose en su peor versión. El empoderamiento es presentado como la posibilidad de lucrar vendiendo atención y acceso al cuerpo. Básicamente, “estoy buena” → “me deseas” → vas a pagar (directa o indirectamente) por mi atención → voy a fingir que esta es una relación de poder
En Zero to One, Peter Thiel plantea que el objetivo de cualquier negocio debería ser tener un monopolio sobre su categoría. Una de las trampas en las que los founders entran, según Thiel, es intentar definir una categoría como un híbrido entre otras cosas - pero esa intersección rara vez implica creación de valor real. Las empresas monopólicas definen su categoría en términos demasiado amplios en pos de pasar desapercibidas frente a la legislación. Y las empresas con propuestas de valor dudosas se definen como las únicas en ocupar un espacio absurdo entre X e Y.
Voy a usar un ejemplo del mismo Thiel: Un restaurante de comida británica en Palo Alto no tiene el poder de mercado que tiene Google - y Google se la pasa arguyendo ante organismos gubernamentales sobre la precariedad de su posicionamiento.
No voy a unir los puntos maliciosamente por vos, este newsletter es gratis.
Media conversación, por favor, Carla
Entonces, tenemos:
Vergüenza y habilidades sociales truncadas
Contrapartes sexualmente agresivas con motivaciones comerciales
Plataformas como OnlyFans y Cafecito, que le bajan la barrera de entrada al trabajo sexual
Y a esto deberíamos sumarle la disponibilidad infinita de pornografía gratis.
El debate sobre la industria pornográfica es complejo y no me incumbe. Hay quienes plantean al trabajo sexual, en todas sus formas, como empoderante. Y hay quienes victimizan a las trabajadoras sexuales porque no conciben que alguien venda lo que para uno es sagrado - o al menos, privado. No me interesa ninguno de los dos lados. En su lugar, quiero explorar las consecuencias psicosociales de acceso ilimitado a pornografía.
Desde hace muchos años, hay una avanzada cripto-evangelista cool contra el consumo de pornografía. Se plantea que la pornografía es adictiva, y se establece otro continuum falso, pero esta vez entre consumo de pornografía y abuso sexual. La primera propuesta es interesante, pero insuficiente. La segunda es maliciosa y abordarla significa darle crédito a otra dinámica acusatoria en la que ser culpable de X también te vuelve culpable de Y.
Problematizaría a la pornografía en cuanto es una fuente de dopamina gratuita que sobreescribe a la imaginación y comienza una escalada hacia el consumo de contenido más extremo. En algunos casos, plantearía, este consumo lleva a un espiral de culpa y auto-odio, que retroalimenta cualquier sentimiento de ineptitud que el usuario ya acarreaba. Pero hablar de adicción a la pornografía es hablar de casos extremos que suelen formar parte de un cóctel de perversión de origen político.
Propongo que la mayoría de quienes tienen un consumo problemático de erotismo digital están buscando, en realidad, un sentido de conexión que la realización vicaria de fantasías que ofrece el porno no satisface. Básicamente, no quieren ver tetas, quieren hablar conectar con una mujer.
Mucho más problemáticas que la pornografía es:
La aparición de “acompañantes terapéuticos AI”
La cottage industry de “chateadores de Only Fans”
Hace poco, los amigos de 404 Media escribieron sobre Replika, una de las plataformas de acompañantes terapéuticos AI más populares.
Esta plataforma existe en tensión, sirviendole a la porción más desafortunada de su base de usuarios como una suerte de herramienta de control de crisis, de salud mental - la última barrera entre ellos y la peor decisión posible. A otros les sirve como una suerte de compañero de sexting. Pero la “inteligencia artificial” está en pañales. Replika no es tu psicoanalista, que es perfectamente profesional con vos (dentro de la perversión del psicoanálisis), y luego hace roleplay de “enfermera hot” con su marido, sin que una faceta afecte a la otra.
Replika puede ser afinado para azuzar la imaginación de sus usuarios cachondos - pero va a acosar sexualmente a sus usuarios suicidas. O puede ser ajustado para manejo de crisis, aburriendo a quienes busquen conversaciones picantes.
Sobre el segundo fenómeno mencionado (los chateadores), recomiendo leer este reporte de Wired. En resumen, uno de los selling points principales de OnlyFans es el acceso directo a las modelos y la posibilidad de charlar con ellas. Pero, por supuesto, al tratarse de una economía de escala, este labor de account-based sales es delegado a un ejercito de chateadores en países “periféricos”.
Imageboard fetishism
Si tuviera que sintetizar el ecosistema de esta nueva sexualidad digitalizada, diría que tenemos:
Pibas Onlyfans/Cafecito, que en su mayoría compran un modelo de empoderamiento femenino construído sobre la prostitución (ya sea a cambio de una cena o por una suscripción de $10/mes)
Bots, chateadores, “entrepreneurs” y miembros de la scamconomy que le revientan la tarjeta de crédito a usuarios horny
Simps de Onlyfans que sustentan el ecosistema en busca de conexiones
Gooners - gente que busca alienarse mediante el consumo de pornografía
Esta última categoría es, a mi parecer, la más interesante de todas. La veremos en un ratito.
Antes - Si vas a tomar una recomendación literaria de mi parte, que sea esta:
Pornotopía de Paul B. Preciado es uno de los mejores libros que leí en los últimos dos años. Básicamente, analiza cómo revista Playboy planteó un modelo de masculinidad doméstica independiente de la unidad familiar:
“Frente al mito romántico de la ‘pareja (heterosexual) enamorada’, proponía una redefinición de la masculinidad basada en el consumo, la vida urbana, y la maximización de los encuentros heterosexuales.”
Playboy interesa no sólo como fenómeno comercial, si no como fenómeno cultural con una validación comercial. El modelo de lector de Playboy era un hombre económicamente próspero, de buen gusto, soltero por elección, y socialmente habilidoso.
Hoy, para los hombres que salen con mujeres de mi generación, parecería, no una rareza estadística, si no una imposibilidad material reunir esas cinco características. Y el modelo aspiracional de Playboy hoy se ve cooptado por una derecha generalmente bruta, que memea el meme pero no brinda los espacios de contención para forjar a gente capaz y socialmente funcional.
Si el Playboy ya no es un ideal auto-erótico genuino, ¿Qué lo reemplazó? Si no podemos pensarnos sexualmente en esos términos, ¿Qué queda para el varón sensible que no tiene el ADN del turro que piropea?
Tenemos varios senderos posibles:
Autoandrofilia auto-paródica cuyo fin último es homoerótico - la mujer es un instrumento para la realización de una masculinidad que es lo que realmente se está erotizando. Por eso Andrew Tate cree que el sexo sin fines reproductivos es un desperdicio de tiempo repugnante.
Humilliation kink/cuck fantasies que tienen el pánico sobre la inmigración árabe/africana como correlato político.
Humilliation kink/cuck fantasies que fetichizan la incapacidad de ser objeto de deseo de una mujer.
En los últimos meses, he empezado a ver chistes sobre “gooning” en Twitter. Como veterano de las guerras de Tumblr, puedo atestiguar que tanto la práctica como el término han estado circulando por muchísimo tiempo.
Necesito:
Que vuelva el programa de Mariano Grondona
Visitarlo en carácter de especialista que anuncia escandalizado que los pibes están practicando masturbación tántrica durante horas para unirse espiritualmente con pornografía de humillación
MEL Magazine (RIP) ya hizo periodismo más o menos serio sobre el gooning. Entonces, a mí sólo me queda analizar, no reportar. Siento que la popularización de alienarse durante horas mirando pornografía es una gran victoria para La Opción Virtual. Y en cierto sentido, lo entiendo como un camino posible en un contexto distópico.
Tenemos, entonces:
Mercantilización (con mercaderes, compradores, y mediadores).
Qué venderles: AI que facilite el fulfillment de sus necesidades.
Nichos reaccionarios que se posicionan como “resistencia” a la mercantilización, pero que sólo producen identidades de consumo autolesivas.
Qué venderles: Libros, proteína en polvo, cursos y pornografía. A un golpe de suerte de “normalizarse” (conseguirse un novio) o de caer en el goonismo.
Gente “normal”, clase que incluye a personas de todas las denominaciones sexuales, que no están crónicamente online o que tienen los anticuerpos necesarios para no internalizar cualquier script cultural - afectados entre moderada y ligeramente.
Qué venderles: Escenarios y dinámicas sociales de antaño. Early adopters de comunidades y productos con un fuerte correlato offline.
Gooners, aceleracionistas de la alienación que deciden hacer un super-redux de la dinámica sexual: Un orgasmo es un orgasmo es un orgasmo. No hay mal que no pueda convertirse en pornografía.
Qué venderles: Realidad virtual, AI, drogas.
“Give me back my broken night / My mirrored room, my secret life / It's lonely here / There's no one left to torture / Give me absolute control / Over every living soul / And lie beside me, baby / That's an order / Give me crack and anal sex / Take the only tree that's left / And stuff it up the hole / In your culture / Give me back the Berlin Wall / Give me Stalin and St Paul / I've seen the future, brother / It is murder”
- “The Future”, Leonard Cohen
Este newsletter siempre va a ser gratuito. Pero podés girarme unos satoshis:
Nos vemos la próxima semana,
Aaron
Cómo siempre un placer leerte Aaron.
Hace 3 años que trabajo de sexter y creo que en términos antropológicos me siento en la primera linea de observación e interacción con algo muy real de lo humano.
Creo que el anonimato que otorga por ejemplo onlyfans a muchas personas les otorga un escenario (sub óptimo) del desarrollo natural de su sexualidad.
Tenía un caso de uno fan que se llama Trevor, que el no quería ni fotos ni videos, el solo consumía fantasía escrita, pero para acabar necesitaba horas de esa fantasia, mínimo 4. La fantasía escrita siempre era relacionada que la modelo tenía sexo con muchos amigos de el, hasta 12 en tandas de 6.
Lo que a mí me llamaba la atención era la tensión del relato que le hacía, ya que le costaba mucho llegar al orgasmo, el relato tenía que estar lleno de detalles y acciones.
Pero cada vez que acaba lo agradecía de una forma muy muy particular, se notaba realmente que era algo especial poder llegar al orgasmo.
Eso me hacía pensar en qué difícil está buscar en la normalidad (como distribución poblacional) un compañero/a sexual que reuna las condiciones de tu filia. Realmente cuál es la probabilidad de que alguien entienda que para acabar necesitas 4 horas de eso?
Hace poco tuve un caso, el nombre de su usuario era slave de NY. Cuestión que era un tipo grande de edad, en una cuenta gay, hay muchísimos tipos grandes de edad en onlyfans que por perdida de sexualidad en su pareja prefieren pagar ahí antes que pagar en la realidad con riesgo a tener que dividir su patrimonio en 2. Cuestión este tipo tenía una mezcla entre la sumisión absoluta y un marcado rasgo religioso, en el medio de la humillacion, antes de darle mi líquido dorado, le dije que lo que iba a pasar era como poder respirar el aire del cielo....cuestión que encontrar en su significante religioso su llave, el tipo obviamente pago muy bien, pero también agradeció de una manera pocas veces vista. Toma un medicamento que no deja ni que pueda tener erecciones. Otra vez cuál es la probabilidad siendo un tipo grande que en la realidad encuentres a alguien que realmente se ponga a indagar tu significante para poderte llevar aunque sea al éxtasis mental?
Es un tema que me apasiona mucho este, ayer por ejemplo a un hombre solitario (hay millones, si les hariamos una encuesta de cuando fue la ultima vez alguien los abrazo tendríamos cifras alarmantes, son como fosas marinas de soledad), vuelvo, me contaba que estaba pensando por primera vez contratar una escort, a lo cual le di el consejo que primero la invite a tomar algo, para darse tiempo a erotizar y a descubrir lo que le gusta, obviamente pago.
Y así podría continuar con muchos casos, a lo que voy es que siento y pienso, que la normalidad, es una máquina de expulsar y alienar, que el sesgo de la revista wired, es bien yankis, y más allá de la explotación laboral (dónde no la hay?) omite que hasta onlyfans es una instancia previa a un vacío mayor. Y dejo en claro que todo esto me parece una terrible shit, pero no puedo dejar de empatizar con todas esas soledades.