No sé qué es la consciencia. Y un biógrafo generoso me definiría como “un publicista”, así que, a menos que sufra un accidente, no creo que vaya a responder La Gran Pregunta pronto.
Ahora bien, todo parecería indicar que, con muchísima suerte, uno va a estar por acá unos 80 años. Y es muy poco probable que vuelva. A nivel, no profesional, sino personal, creo que hacer las paces con esta cruedad cósmica es esencial para ser feliz. Y a nivel profesional, creo que esta realidad injusta y absurda puede ser una buena brújula para optimizar procesos.
Pero antes, tengo que aclarar:
No soy hippie
Hay muchas preguntas que uno debe y tiene que hacerse a la hora de evaluar potenciales optimizaciones operativas.
Preguntas esenciales incluyen:
¿Estamos obteniendo un retorno acorde por este proceso?
¿Hay medidas claras que podríamos implementar para maximizar el impacto de este proceso?
¿Cuál es el lugar de este proceso en nuestra escala de prioridades?
¿Tenemos bien estipulado cuáles deberían ser los resultados de este proceso?
¿Hay un ownership claro sobre este proceso?
¿Cuál sería la consecuencia de dejar las cosas como están?
Pero, en especial en épocas en las que hay que cortar costos y maximizar los RRHH que uno ya tiene, una de las primeras preguntas que habría que hacer es:
¿Quiero que alguien pase su finito tiempo en la tierra haciendo esto?
Si la respuesta es no, las objeciones a esa negativa van a responder todas las preguntas anteriores (y más).
¿Qué hacer si el proceso cuesta mucha vida? Si tiene un impacto, optimizar (semi-automatizando o creando recursos reutilizables para simplificarlo, por ejemplo). Si no tiene impacto, descontinuar.
Llegado este punto, quizás digas: “¿Por qué importa esta pregunta? ¿No que no eramos hippies? ¿Qué me importa si alguien va a pasar su vida llenando planillas manualmente? ¡Todos los trabajos son basura!”
Y probablemente consideres que la gente que contrata consultores para resolver problemas de cultura organizacional es estúpida y sólo quiere quemar plata. Difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo. Pero intentemos de todas formas.
Visión, propósito & morale
En mis colaboraciones con empresarios locales (es decir, argentinos), noté que buena parte de las PyMES no han articulado su propósito. Una vez le pregunté a un empresario tecnológico local, a quien estimo mucho en lo personal, cuál era la misión de su nueva empresa y me contestó “hacer plata”.
Por supuesto todo esto es una manera ineficiente y teatral de llegar a un Porsche 911 color “baby blue”. Buena suerte convenciendo a inversores de apostar al problema de “a un centroamericano le falta un Porsche”. Y buena suerte capturando a gente talentosa y alineandola detrás de la idea de perder su juventud para que un tipo se compre un Porsche.
Con esto no digo que la realidad de querer hacer plata vuelva falsa a la misión de marca. La misión de marca es tan importante como el querer hacer plata, porque es el “como”. Si el “como” no te importa, vendé droga o hacete diputado.
Y si la única razón por la que no te metes en la turbia es que sos cobarde, acordate de cómo comencé este artículo. YOLO.
Ahora en serio: Es importante tener una idea de construcción comunitaria. Una organización tiene que tener un propósito más allá del profit. Este propósito es la piedra fundacional del marco teórico que te va a permitir conseguir ese profit en tus propios términos. Quizás esa sea la razón real por la que no querés ser narcotraficante: Los narcotraficantes viven para el orto.
Entonces, el propósito organizacional no puede ser sólo “hacer dinero”. Tiene que ser algo en la línea de crear cosas útiles (de alguna forma), pasarla bien y tener un impacto - metamosle un poco de prestigio al final, ¿Por qué no?
“Empezá con el por qué”, Ichigai, o como quieras llamarlo - ¿A quién le vas a resolver un problema tan doloroso que va a querer darte un Porsche al final?
Tu recompensa simbólica va a ser llegar al Porsche (en este punto, el Porsche ya es figurativo). Ahora bien, ¿Cuál va a ser la recompensa simbólica de tu equipo?
La gente que trabaja en relación de dependencia y sus empleadores no están hechos de madera distinta. También quieren crear cosas útiles, pasarla bien, y tener un impacto.
Esto nos dice un par de cosas clave sobre lo que nuestro equipo quiere. Quieren:
Sentir que su trabajo importa, no les gustan las tareas absurdas o cuyo propósito no se les explicó satisfactoriamente.
Minimizar el sufrimiento.
Ver sus condiciones materiales y las de aquellos a su alrededor mejorar como consecuencia de una máquina que está funcionando bien.
Si alguien no está impulsado por estos principios básicos, probablemente tenga sus propios demonios. Si vale la pena que su equipo vaya en una side quest para arreglarle el corazón va a depender del caso particular. Creo que esto va por fuera del scope de este artículo. Y demandaría que releyera esta cosa terrible:
¿Qué pasa si la gente no tiene estas tres cosas? ¿Qué pasa si se sufre todo el tiempo, se hacen tareas absurdas, y nunca cambia nada? Simple: Los mejores se van a ir porque los mejores siempre tienen opciones. Los menos habilidosos se van a quedar y todo va a ir empeorando hasta que se haga algo.
Entonces, doy vuelta la pregunta que hice al principio:
¿La gente que necesito querría pasar su finito tiempo en la tierra haciendo esto?